viernes, 31 de agosto de 2012

Voy.


Agota los tiempos agosto con su último viernes. Septiembre asoma en su lugar. Suave y cariñoso, permite dos días para el jet lag. Se muestra tranquilo, seguro. Todo empieza y él lo sabe. 

Sonrisa se va con el mes. El alma desbordada ocupa ya el espacio íntimo. De vuelta al hogar. Sentir es vivir. Fue necesario salir y gritar; es sabio recogerse y callar.

De vez en cuando, renacer.

Aquí estoy. Nueva. Preparada para el baile. Mirada completa en el espejo antes de salir. Vestido lila, sonriente y con miedo. ¿Acaso alguien pensaba que Sonrisa no era yo? Respiro hondo.

Que el mundo coloque su rostro para mi beso. Voy.


"Mujer bailando flamenco". Grabado de Marta Ratti




martes, 31 de julio de 2012

En las líneas de mi mano.


Olía bien. A flores y plantas recién regadas. Al fondo, una puerta abierta señalaba el camino hasta una sala acogedora y sencilla. Se adivinaba jardín tras los visillos blancos. Fresca penumbra de últimas horas de la tarde. A un lado, una mesa, un sillón de dos plazas y ella. Hermosa mujer. Todos los años sabios en su bello rostro de lino arrugado. Pecho mullido para reposar, sonrisa para confiar, intensa mirada para escuchar. 

Me indicó asiento acariciando el sillón...

miércoles, 25 de julio de 2012

1963.

Ayer cumplí 49. Cuarenta y nueve, con todas las letras. Soy del 63. Mil novecientos sesenta y tres. Uno año cualquiera para los que no han nacido en él. Para mí, el de la suerte.

“No te preocupes, estás exactamente igual que cuando tenías… cuarenta y ocho” ha sido la felicitación de mi hermano mayor. Me ha hecho reír, como siempre. 

Muchos buenos deseos. ¿Mide algo el número

lunes, 9 de julio de 2012

Cadena de Sonrisas.


En la puerta del Pedralbes Center de Barcelona, reza un letrero que aconseja entrar conmigo.

Mi sonrisa es fácil. Le gusta salir y vive en un semblante dispuesto a exhibirla cuando surge la mínima oportunidad.

La sonrisa es contagiosa. Aflora una cualquiera que hace brotar la propia y provocar la de alguien que a su vez incita otra. Es la cadena de sonrisas. De vez en cuando, alguna aparece acompañada.

Parada en el medio de la calle, leía un entrañable mensaje de un buen amigo. Supongo que mi sentimiento se reflejaba en mi cara. 
Se acercó un joven. Uno con rastas y chaleco de MSF: “Conozco un poema que Mario Benedetti escribió sabiendo que usted iba a existir.” 
Le miré sorprendida. Con una voz